Monseñor Marco Ordenes - Parte I

Para todos mis amigos que conocen a Monseñor Marco Ordenes, les quiero compartir lo que viví los días en torno a su ordenación episcopal.

Esto no pretende ser un diario, sino una fotografía de una experiencia espiritual. Pido perdón por mi irreverencia si en algunos minutos no nombro al actual obispo de Iquique como "monseñor" e incomodo alguien. Es que lo quiero harto y lo conozco hace tanto tiempo que se me sale lo poco formal que soy , aunque tengo claro que de todos los obispos que conozco es al que más siento que le debo nombrar así.

Todo comenzó el viernes 17 de Noviembre del 2006 en el aeropuerto de Santiago donde me encontré con el electo obispo de Iquique, con mi querido Marco. Una "dioscidencia" que me mostraba que la jornada sería especial. Que tierno y delicado es el Señor que regala estos momentos. Aprovechamos de hablar un ratito distendidamente, (no te preocupes amigo que tus palabras no fueron desoídas y no era el momento para hablar de ello).



Comencé mi viaje sin saber a lo que iba (medio a la aventura), pero muy ansioso de acompañar a un amigo que habitualmente está lejos físicamente, pero cerca en el corazón. En el avión recordaba mi anterior visita a Iquique para la ordenación del amigo que me había acompañado el tiempo de universidad. Qué tiempos aquellos en que podíamos hablar sin apuro.

A la llegada a Iquique me encontré con que la afinada organización de acogida me tenía asignada una parroquia para alojar... y qué parroquia, la parroquia San Nolberto es una tremenda obra de Dios en pleno Iquique, en la población Gomez Carreño. Ahí conocí al Padre Carlos, santo sacerdote con una vida e historia impresionante, completamente entregada a Dios y a su gente. También conocí a la Señora Valentina, que me mostró el rostro atento y cálido de la mujer Iquiqueña, aunque ella es mi coetanea. De verdad que le agradezco toda la confianza para contarme de sus preocupaciones, de su vida, de su parroquia, su familia, su nieto. Rezo por todos Uds. para que Dios los bendiga con todo lo que él sabe.



El sábado conocí a un cura re-loco, jesuita tenía que ser. Gran sacerdote, con toda la alegría de vivir de un digno compañero del Maestro Ignacio, abierto en las relaciones, generoso en la entrega, un niño con los niños, cariñoso con su gente, amante de la música y de las tradiciones del norte, hijo amado de la Carmelita. El Padre Claudio llegó como regalo el sábado y me acompañó en gran parte de mi estadía, lástima que no alcancé a despedirme de él (padre, lo veré en Santiago). Me mostró la Tirana de un modo que nunca podría haberla conocido. Conocí personas entregadas, llenas de amor por la Carmelita y por mi amigo Marco. Fue una jornada increíble, en la que me recordé de mi experiencia eclesial del encuentro mundial de la juventud (ver). Era como una gran familia preparando la fiesta de un hermano, hijo, padre. Según una amiga (colaboradora del MEJ) del padre Claudio, había como una sintonía especial, como una armonía de corazones. Había mucha esperanza y alegría.

(ojo, la del medio es la Ministra de Educación)

Conocí también a unas hermanitas misioneras franciscanas adorables (ojo, les mandé el correo). La hermana Blanca no aparece en la foto, ella es todo un personaje en Iquique. Les agradezco de todo corazón, su compañía y por aguantarme el día domingo. No recuerdo el nombre de todas las hermosas personas que conocí. pero todos confluimos a la explanada del templo cuando comenzó la ceremonia.

Entre paréntesis, a los amigos de la VPU, adivinen a quién encontré?? A la Toña y Paula.


Volviendo a la ceremonia, fue impresionante, todos vibrábamos al son de los ritmos ancestrales, de una liturgia cargada de emoción, de significación. Para mi fue como vivir la instauración de los apóstoles, con toda la fe de la que dispongo, podía creer que era Jesús quien ordenaba al nuevo obispo.