martes, octubre 18, 2011

La alegría (orgullo) de ser católico

Teniendo como referencia la página de Territorio Abierto que asumo 100%, me nace reflexionar sobre todas las explicaciones que tenía que darle a muchos de mis hermanos católicos sobre por qué yo no apoyaba la tan promovida marcha. Hay algunos que llegaban a decir que era un deber de católico ir. Perdón, pero para mí el único deber de un católico es amar a Dios por sobre todo y a todos los seres humanos como Jesús nos amó. Esto me lleva a preguntarme a cada rato si estos llamados a eventos están o no alineados a este mandamiento/invitación.

Cualquier movimiento cristiano que transforma en lema "el orgullo", no es de lo más cristiano, porque el orgullo es más bien un pecado. No vasta con re-etiquetar la marcha con "alegría" porque se le quedó la idea de la convocatoria inicial (promovido por mis hermanos Opus Dei). En la mayoría de los medios de comunicación lo trasmitieron con el lema original.  Es porque más que los lemas lo que queda son las verdaderas razones por las que se hacen las cosas. Habría sido hermoso ver una invitación a todos los cristianos a vivir la alegría de la fraternidad o la esperanza.

¿Que se buscaba con esta manifestación? ¿conservar posiciones de poder que alguna vez tuvo la Iglesia? Apropósito de la encuesta que salió esta semana sobre la baja de la credibilidad de la Iglesia. Entonces esta marcha nace del orgullo y no de la humildad, con lo que estaría bien puesto el nombre inicial.

¿Por qué darle TANTA vuelta a una invitación "tan sencilla"? Porque en todo esto hay modelos eclesiales(de Iglesia) en contraposición. Yo participo y creo de una Iglesia más humilde, que se reconoce pecadora y que trasporta un regalo valioso en vasijas de barro. Prefiero una Iglesia sin poder, discípula humilde, para que sea verdaderamente testigo de la presencia de Dios en el mundo y no testigo del poder que da el dinero, el prestigio y las influencias. Para que las grandes mayorías marginadas de nuestras sociedades encuentren una compañera de camino que los entiende porque vive las mismas indignidades que ellos y no desde el púlpito de los poderosos.  Una Iglesia que vive las bienaventuranzas desde la primera a la última. Una que entiende la indignidad de estar en DICOM, de ser estafado por La Polar, de no tener posibilidad de acceso a un sistema de salud decente ni a educación que permita el desarrollo humano, de ver como estamos matando la creación que Dios nos encargó, de experimentar en carne propia la discriminación y marginación por nuestras tradiciones y procedencia étnica, y por tantas condiciones que viven muchos hermanos que cada noche cómo única esperanza claman a Dios.

Retomando entonces el enlace que me motivó a escribir esto, encuentro que entre tanta marcha escapamos al silencio. Tal vez porque tenemos miedo de encontrarnos de verdad con Jesús y que nos increpe como a San Jerónimo por seguir a economistas, publicistas, emprendedores, ideologistas y muchos otros, pero no al Dios de las Sagradas Escrituras.

Como Iglesia invito a entender lo que hay de fondo en los movimientos actuales como "Indignados" para salir a gritar a las calles que somos los Esperanzados, los Confiados, los Amados, los Insignificantes, los Testigos del único viviente.

1 comentario:

Cainista dijo...

Hermosa reflexión amigo... y es que las personas que aman a Dios, son una luz que no se puede ocultar, y a través de un testimonio humilde iluminan a los que están a su alrededor.
Honestamente, parte de lo que me hizo alejarme, fue esa incapacidad de aceptar cuestionamientos y no entender que las razones de los más humildes son, en ocasiones, las razones de Dios.

Un abrazo grande
Mauricio

Feeds Compartidos